La riá de 1907

En la noche del 23 al 24 de Septiembre de 1907, Málaga sufrió una de sus peores inundaciones, sin que se produjera ninguna precipitación anterior, cogio a la ciudad durmiendo y por sorpresa.

calle nueva en 1907
la ria de 1907 en la plaza de la constitucion
las inundaciones de malaga, plaza san francisco

Las fuertes precipitaciones cayeron en toda la cuenca del río Guadalmedina, esto provocó la crecida del río y su feroz desbordamiento. En poco tiempo el agua comenzó a inundar varios barrios próximos al río, como el barrio del Perchel, la Trinidad y las zonas bajas de la ciudad (llegando a alturas de cinco metros), esto produjo que las campanas sonaran en toda la capital para alertar del peligro. La gran fuerza de la riada provocó el derribó del puente de la Aurora y obstruyó el de Santo Domingo, creando una presa natural que impedia el paso del agua e hizo crecer el nivel. Finalmente el puente cedío a la presión y se produjo una avalancha de materiales que obstruyó el siguiente puente, el de Tetuán, que aguantó en pie, al contrario que el del ferrocarril que no pudo resistir con la presión.

El balance fue de veintiuna personas muertas, decenas de heridos, además de numerosas casas, comercios e industrias destrozados. Los daños materiales se evaluaron en torno a los cinco millones y medio de pesetas. Se necesitaron dos meses para limpiar las calles.

inundaciones en el puente de santo domingo
la ria de malaga en 1907

“Esto es horrible”, dijo Alfonso XIII
Tras las inundaciones, el rey Alfonso XIII visitó la catastrofe de 1907, llegó tres días más tarde, el día 17 de Octubre acompañado por el presidente del Gobierno Antonio Maura. El rey pudo recorrer varios barrios afectados por las inundaciones, al darse cuenta de la gravedad de lo ocurrido exclamó: “Creía grande el desastre, pero no tanto. Esto es horrible”. Después rezó un “tedeúm” en la catedral de la capital y donó 8.000 pesetas de la época para la ciudad, a su vez el presidente Maura entregó 10.000 pesetas en nombre del Gobierno.

inundaciones de Malaga, puente santo domingo
La calle Larios de Malaga en la ria de 1907

El problema del Guadalmedina
Tuvieron que llegar las inundaciones de 1907 para que se tomara un poco en serio el problema del Guadalmedina. Tras la visita a la ciudad del Rey Alfonso XIII; del presidente del Gobierno, Antonio Maura; del ministro de Fomento, Rafael Gasset, y del director general de Obras Hidráulicas, Luis de Armiñán, el Gobierno encargó la redacción de un proyecto para un plan de defensa, que se finalizó en 1909 y cuyo responsable era el ingeniero Manuel Giménez Lombardo. El plan incluía la construcción de pequeñas presas de laminación y el encauzamiento del río en su tramo urbano, entre los arroyos de Los Ángeles y Hondo, canalización que se inaugura el 19 de febrero de 1911, con la asistencia del ministro Gasset, quien colocó también la primera piedra de otra gran obra de defensa: el pantano del Agujero. El plazo de construcción previsto era de cinco años y su presupuesto de 2.397.350 pesetas.

Todo esto no termino de solucionar el problema de desbordamiento del Guadalmedina, pues el 16 de Noviembre de 1918 el río vuelve a inundar la ciudad tras una lluvia torrencial iniciada a las tres de la madrugada con abundante aparato eléctrico y granizo. Las zonas más perjudicadas fueron calle Granada y Victoria y las plazas de la Merced y Constitución. Los daños ocasionados se estimaron en tres millones de pesetas. Existieron más desbordamientos del río, aunque no fueron tan importantes y catastróficos como los anteriores, como el 6 y 8 de Marzo de 1917.

Un callejon de calle olleria en la ria de 1907

La Quema de conventos de 1931

La proclamación de la II República vino acompañada, un mes más tarde, el 11 de mayo de 1931, de unos acontecimientos gravísimos que confirmaron la tendencia a la fuerte conflictividad social observada al final de la Dictadura de Primo de Rivera.

Palacio Episcopal en ruinas
Patio del Palacio Episcopal
Iglesia de Santiago de Malaga


Los precedentes

Los precedentes de la quema de los conventos hay que buscarlos en la adopción de posturas anticlericales en las organizaciones políticas y sociales republicanas y obreras durante la época de la Restauración, agudizadas si cabe durante la Dictadura. Por su parte, la Iglesia se había identificado cada vez más con los sectores conservadores y con la Monarquía, salvo algunos grupos minoritarios que intentaron un acercamiento a las clases populares. Durante la campaña electoral de las municipales de abril, la identificación ideológica y política entre las candidaturas monárquicas y la defensa de la religión católica se acentua, contribuyendo así a que la cuestión religiosa pasara a un primer plano de la vida política malagueña. La presencia, desde 1929, del Partido Republicano Radical Socialista, fuertemente anticlerical y laicista, contribuyó asímismo a radicalizar el debate en torno a la cuestión religiosa. El tránsito a la República estuvo dominado en Málaga por un clima de radicalismo debido a la fuerte conflictividad social y a la crisis económica, cuyos primeros síntomas aparecieron antes de la llegada del nuevo régimen. De hecho, ya en 1930 hubo un intento de incendio del Palacio del Obispo. El mismo día 14 de Abril se asaltó “La Unión Mercantil” y se arrojó al agua la estatua de Larios; al día siguiente se intentó sin éxito asaltar la Residencia de los Jesuitas y el Seminario.

Iglesia de San Agustin
Iglesia de San Juan en Malaga

El estallido
La pastoral promonórquica del Cardenal Segura del 2 de mayo de 1931, y los sucesos del 10 de mayo en Madrid, provocaron el estallido anticlerical de Málaga al día siguiente. Las masas se lanzaron a la calle ese mismo día por la noche, siendo contenidas de momento por la presencia de los políticos republicanos como el presidente de la Diputación y gobernador civil interino, Enrique Mapelli (el titular, Antonio Jaén Morente se encontraba en Madrid), Domingo del Río, Pedro Armasa Briales, Pedro Gómez Chaix, etc. Poco después, esto no sería suficiente, y comenzaron los asaltos. El primer edificio en sufrir la furia destructora de la multitud fue la residencia de los jesuitas. Entonces se produjo el incidente decisivo de las jornadas: Mapelli ordenó la salida de la Guardia Civil para garantizar el trabajo de los bomberos, y el Gobernador Militar, Gómez Caminero, contradijo la orden y retiró la fuerza. Desde ese momento la situación en la calle quedó incontrolada y Mapelli resignó el mando en la autoridad militar. Fue asaltado el Palacio del Obispo, y su titular, Manuel González García, escapó de milagro por calle Fresca ayudado por el abogado Alejandro Conde y el socialista Antonio Abolafio. Los asaltos, saqueos, incendios y destrucciones se prolongaron durante la madrugada y todo el día 12. Jaén Morente llegó a las 7 de Madrid y pistola en mano se enfrentó a los asaltantes sin mucha eficacia. A las 12 se declaraba el estado de guerra en la ciudad, pero ni siquiera estas medidas frenaron a los saqueadores. Se pidieron refuerzos a Ronda y Melilla, y se constituyó una Guardia Cívica con militantes republicanos y socialistas, y la CNT publicó un manifiesto pacificador.

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Daños y responsabilidades políticas
El día 13 la ciudad recobraba la paz. Un total de 41 edificios religiosos se vieron afectados, hubo 150 heridos en los enfrentamientos con la fuerza pública y más de 100 detenciones.El patrimonio artístico y documental de la Iglesia sufrió pérdidas irreparables.

En la polémica sobre las responsabilidades, Gómez Caminero se justificó diciendo que decidió retirar a la Guardia Civil para impedir mayores males. El Ayuntamiento, dominado por el grupo Radical-Socialista, señaló como causantes a los “exaltados” y a la “gente maleante y logrera”. Jaén Morente presentó su dimisión. Hasta el 9 de Junio no se levantó el estado de guerra en la ciudad, sin embargo la provincia se había mantenido completamente ajena a los sucesos

Los sucesos de 1931 fueron determinantes para restar apoyos al régimen republicano en el mismo momento que nacía en España. Con ello, parecían confirmarse las profecías electorales de los monárquicos, en el sentido de que la República sería el régimen del caos y la anarquía. Desgraciadamente, la débil democracia española tendría que sufrir todavía fuertes tensiones políticas y sociales.

Patio Italiano del Obispado en la quema de 1931
Sagrado Corazon en los incendios